lunes, 24 de septiembre de 2007

Contulmo
“lugar de paso”
“lugar de permanencia”

“Yo siempre vengo a morir a contulmo”

Si contáramos con la eternidad que todo hombre posee en el corazón; esta que repele la muerte y la que impulsa a los hombres occidentales por sobretodo, a permanecer en el tiempo; como una realidad irrefutable, podríamos decir que el mundo es un lugar de paso.

El aletargamiento del tiempo, es a orillas del “lahalhue” , el estado de permanencia y los quehaceres del hombre son eternos resúmenes vidas, para poder trasladarlas y guardarlas en los frascos del primer doctor de Contulmo o en la maquina de cocer o en el puma disecado que viven en el museo y que como reliquias guardan huesos imaginarios de nuestros propios santos.

Las historias y los afectos, son los que reconstruyen cada día un pueblo fantasma , hacen que este “lugar de paso” sea una galería de cuerpos, pero un museo de vidas.
Después de todo nadie puede escapar de este lugar, todos nos quedamos encerrados en algún rincón de este pueblo en alguna taza o en alguna mancha en el suelo después de la exposición.

Un triangulo de las bermudas, que se apodera de todo quien pase por este lugar. Porque, el costo de pasar por acá , es un pedazo de la historia de las vidas, de cada uno, nadie pasa sin ser observado, sin ser contado y capturado en una historia, habitantes famélicos de historias, de vidas nuevas.

“te amo tanto que te comería”

Los yanomamis crían un modo afectivo parecido a los de este pueblo. El rito de comerse los cadáveres de sus seres queridos, como la signo del afecto, regala la posibilidad, que el pierda la vida, siga viviendo en cada uno de aquellos que le ama.

La tradición oral permite que nuestros seres queridos sigan viviendo en nuestras memorias. Continúan en este proceso de reconstrucción del pueblo, como si tan solo la vida se trasladara de materia, ya no es un cuerpo el marco de cada persona es cada objeto, utilizado por esos personajes, son los médium los traen acá para que hablemos un rato el comedor.

Se reconstruyen como rompecabezas recolectando las vivencias de todos para armar a quien ya no esta y poseerlo para siempre, el tetue viene en las noches a tejer las historias, se meten en los bares el las cenas, en toda reunión, para encerrar a cada persona en burbujas verbales que permanece en el clima de Contulmo.


Ante la belleza, la paz y la humanidad, le regala su permanencia, le regala su tiempo, su afecto, su energía, por que apuesta su vida entera por esto, de pronto un error, todo acaba y el se queda con su vida. Ella la busca desesperadamente devuelta, por que ya han pasado muchos años y no es posible reconstruir la vida nuevo.
Es imposible borrar de la memoria, cada rincón, cada lugar, cada momento, quedan ahí reverberando, resonando a cada segundo. Los afectos, las pieles, los olores, las risas, las costumbres, quedan incrustados en cada doblez del cuerpo.
Una sensación de pérdida de este lugar, que solo una persona tiene, por que es la vida propia la que se aleja, la que se va, y se recuerda y se cuenta una y otra vez, a tal grado, que se comienza a construir una historia paralela una realidad ininteligible, para no sentir que se ha perdido. La tolerancia cero a la perdida del cuerpo por que la eternidad permanece, entonces se quedan acá entre nosotros gracias a la memoria y a la eterna imaginación.
Así es que se transforma en amantes imaginarios, en habitantes imaginarios, en amigos imaginarios que aun que no estén, permanecen en las cosas y en la memoria y siguen con esta relación eternamente.

Así el lugar que se apodera de la vida del transeúnte, del que llega y que jamás se pudo ir, por que un pedazo de su vida quedó acá, y solo en este lugar es plastificado y enmarcado para que quede en el museo.

Una población en la que, tres culturas completamente distintas conviven en un centro imaginario, admirándose de cada una de sus costumbres, que siempre serán ajenas, lejos de este lugar por que pertenecen a las “almas perdidas”.

viernes, 21 de septiembre de 2007



IEl rito del mito

Los recuerdos y vivencias construidos, se convierten en mitos, al darle siempre la garantía de la duda.

Un pueblo fantasma, en la que las fisuras que genera cada habitante en la invención del pueblo aun, se distinguen como una única e irrepetible marca, que condena a los afectos a permanecer impregnados en el modo y las formas de cada historia, cada mito, cada objeto.

Una cadenciosa resonancia, se empapa de las historias de bares, de chismes cocina, de risas y miedos. Como dice Ruiz, “ese murmullo que caracteriza a nuestro país”, es acá ensalzado manipulado moldeado y procesado como curador de este museo, y la historia cimienta la forma de este lugar.

El rito de iniciación, es un bautismo que no es en agua, sino en verbo, y sobretodo en adjetivos.

Los rumores se hacen tan fuerte en este lugar, es tan intenso, que traspasa la barrera de la muerte. Los muertos caminan entre los vivos, juegan con ellos, siguen emitiendo juicios.
Aun es posible saber si a la bisabuela, de la cual sus huesos yacen en el cementerio hace algunos años, le caes bien o mal, se enoja si tomas sus cosas y aun su pieza es de ella y esta cerrada con llave.

Así el mito y la realidad se funden, y se convierte en un mundo donde no importa que lo que se escuche sea objetivamente real, solo importa que se escuche algo, que pueda reunir y consolidar como de un acuerdo la historia de este lugar y rescatar la vida misma ensalzada como objeto de observación.

Cada habitante posee una característica especial que los hace fundamentales para la fabricación del lugar, para armar como un entre unificado y potente a este lugar.

Son los afectos y las relaciones, cuanto cada uno puede mezclarse con la vida del otro, el tejido afectivo que existe entre cada fibra, las que traspasan a todo oficio.

Las labores no tienen un tiempo, ni un lugar, tienen un personaje, entonces el oficio se convierte en un marco, donde quien encuentre algún objeto utilizado por el personaje, se acordara no de cómo soldaba, ni de cómo trabajaba, aun cuando ese objeto tenga una directa relación con su oficio, se acordaran del por que lo querían tanto o el por que la señora lo dejo.

Pero aun así no es el mismo personaje lo que cuneta, no es un recuerdo nostálgico, es un recuerdo de resurrección.
.
“CH” tiene una vida que todos conocen y de la que hablan, pero en que se centra la atención no es en personaje sino del relator, cuan bien o mal se sabe la historia, con cuanta gracia la cuenta y como hacer que este vecino a que vemos diariamente, es después de todo, un personaje de una novela. Cada uno es un narrador de los mismos narradores y así la tradición oral se hace cargo de distribuir masivamente estas vidas, que pululan en el aire .

Entonces cada uno se transforma en objeto de observación, en una pieza de museo un museo vivo. En el que el mas mínimo movimiento, es percibido atrapado y retenido, como un tesoro que se transforma en historia y cada objeto producido por alguno de ellos utilizado se llena inmediatamente de valor como un relicario.

Se genera así una protección, un resguardo, en el que es el mismo pueblo es una casa, donde las calles son pasillos, las casas piezas, la plaza es el living y todo el lugar es un gran hogar. Donde no existe una diferencia entre el dentro y el afuera, es una densidad de recuerdos que no se separan. Las casas y las calles son tan privadas como públicas y de igual modo, la vida de cada habitante, es del pueblo.

Se convierten las casas en relicarios, un museo, donde las cosas que están en ellas se exponen y cada una tiene su historia, y la imaginación activa de los habitantes les regalan a estos algunas vidas enriquecidas de puesto que el lugar de transito es la casa y el de permanencia son las calles.

Tal vez no sea una casualidad que el museo de este lugar haya sido la iglesia de Contulmo

La naturaleza se interna en la ciudad de una forma tan perfecta y armónica que es capaz de sostener esto como parte de ella misma.
Aunque sus calles estén pavimentadas y las aceras construidas, no irrumpe en este epicentro de recuerdos, las personas y los árboles pertenecen la misma naturaleza observable, y así como la madera lleva incrustada en la piel , un recuerdo fehaciente de un tiempo, de un clima y una historia, pero que además es el hogar de duendes, nomos ninfas tetues, e historias como la del lago de los padres, donde se desata una realidad paralela en la que se le da una explicación emotiva a cada, así como los habitantes, no solo nacen crecen se desarrollan y mueren, existe una etapa que continua de sus vidas, que es el recuerdo así como nos admiramos de la belleza de las vetas del roble, que podemos ver debajo un barniz de la mesa, así podemos contar las historias del maestro isla.

Historias que en otro lugar no serian de ningún modo aceptables como realidad, en este pueblo son aceptadas como tal. No existe una preocupación por la realidad objetiva eso es lo que menos importa, importa si el modo en el que es contada la historia y en quien es capaz de transmitir mas sabrosamente el relato.

Es esta excesiva preocupación por la forma contiene al pueblo en una atmósfera mágica de cuentos, de personajes y de relatores que conviven de un modo tan natural que se eleva todo en un solo paso a esta realidad paralela, y nos convertimos en una pieza más del museo, de las casas con nombres del teatro. De la ciudad

En la conciencia de pueblo como reliquia histórica, se condensa la naturaleza de la memoria, en objetos que reconstruyen la vida, de los que siguen en este lugar y que constituyen nuestra memoria colectiva y nuestra memoria colectiva los reconstruye para formar parte de este museo viviente.

Por medio de estos mismos objetos reliquias, mantenemos y retenemos un pasado cercano, invocamos mediante la maquina de cocer o los frascos de primer doctor en Contulmo, las historias, los afectos y las acciones de un pueblo, para conocer, entender, la verdadera identidad de un lugar que posee casa con nombres y muertos mas activos que los vivos.

En el último período de la vida en el que nada importa, por que no hay nada que perder ni nada que ganar. No existe un sentido común que distinga de lo real y lo irreal por que no existe un futuro solo un pasado que se repite en la inconciencia.

«Cuando mi coneja murió, al tercer día resucitó, me dijo que la vida existía por un error de la circulación de uno de los protones que circundaban una masa que ahora llamamos tierra, las formas se creaban gracias a el endurecimiento de las capas traspasadas, que, en el roce de constante sobre un punto se crea eso que llamamos memoria, una hendidura que endurecida va quedando como una marca, una cicatriz, en la superficie. El la cuña provocada queda permanece y esta permanencia se llama memoria. En la permanencia de las cosas, se transforma en forma, y la forma es memoria y la memoria es ser. Es la memoria personal de cada objeto es la que la nombra la que las crea y que contiene al significado y significante como una entidad»


Y en la conciencia damos cuenta de que ya nada tiene mayor importancia que los recuerdos y a cuantos se los puedes dejar.




recuerdos reciclados

Nuestros propios santos

La gente se queda en los recuerdos, en las historias, en los mitos, en los rincones, en las costumbres y en los objetos. Los recuerdos que encierran los objetos, son lo que buscamos al tenerlos en un lugar de contemplación como es un museo.

Estos acerca el presente con el pasado como una cosa, indivisible, y nos permite penetrar de una manera tangible a una realidad que desaparece, y nos rehusamos a eso, por que no queremos perder nuestras historias, no queremos que las cicatrices que provocamos; así como los amantes rasguñan las espalas ; se borren desaparezcan con nosotros y que toda nuestra vida sea una perdida de tiempo, por que el pertenecer , te da la posibilidad de la eternidad en el otro .

El no permanecer en una cicatriz de un pueblo tan joven, el no aportar ni un solo anillo a este árbol, se convierte en un paso vaciado de todo fin, y es que no existe otro fin que el dejar marcas, entonces volveríamos a separarnos del el origen de toda necesidad, que es la construcción de la historia si no construimos historia nuestra vida es infértil, en la cuidad existen muchos anticonceptivos de la historia, como esa cosa llamada privacidad, eso que llaman vida propia, un ensimismamiento individualista de las vidas. En cambio esta tierra fértil de imaginación y de contacto genera cada día nuevos personajes nuevos anillos nuevas cicatrices en esta tierra.

Todos son mártires de una vida llena de suertes impías que se oponen a los deseos que anhela el corazón . Mártires de los pesares de una vida dura y a veces no tan duras, lo importante es que no se van, quedan acá acompañándonos por siempre. Aun tienen cosas que hacer en Contulmo siempre hay mucho que hacer o que contar.

En la que los problemas domésticos, los reales problemas humanos pierden su importancia y nos deshumanizamos, nos transformamos en maquinas productivas y nos olvidamos que somos , vecinos ,hermanos, amigos, hijos, nietos, podemos encontrar un lugar llamado Contulmo este “lugar de paso” en el que la cercanía aun no se pierde en el que somos individuos.

Lleno de domesticidad, por la baja población, y el profundo respeto que existe hacia la propia cultura, y esto permite que cada persona aun viva sea un ser único que contiene la historia del pueblo, ellos mismos son reliquias, son admirados respetados y observados como un contenedor de vida de experiencias y de realidades, que construyen esta civilización. Estas personas conforman un museo vivo.

Cada utensilio se transforma en una reliquia y cada reliquia encierra gestos costumbres historias de quienes son santificados, bajo los parámetros afectivos de un pueblo, de cuanta relación tenga con cada uno de los otros se bautizan ellos mismos como personajes de una obra completa se auto reconocen como lugar como una obra de teatro en la que cada uno es observado y rearmado por un nuevo guionista.

A quien le toque contar la historia es quien se convierte en sacerdote bautizando a su criterio los pilares de este lugar.




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